Doblete poderoso con victoria de Leclerc y segundo puesto de Sainz. Verstappen luchó por la victoria pero su volante se rompió. Alonso, décimo. Red Bull, cero punto
Tiene algo de amanecer rojo, pero también suena a ‘vendetta rossa’. Ferrari ha vuelto, el más dominante, el más peligroso, el que retumba con tanta fuerza como los fuegos de artificio que estallaron en Sakhir cuando Charles Leclerc y Carlos Sainz cruzaron la meta del GP de Bahréin. Doblete poderoso de la escudería más legendaria de la Fórmula 1 después de dos años en el purgatorio que les convierte en aspirantes, candidatos y casi favoritos a todo esta temporada. “Hay algo raro en el motor”, dijo el monegasco en la última vuelta… “era broma”. Quien sí tuvo problemas fue Verstappen, que pasó de luchar por la victoria o defender el podio a abandonar a tres vueltas del final por un fallo hidráulico en la dirección. Ironías del destino, Hamilton cerró el podio con el peor Mercedes de la era híbrida. Los campeones siempre están. Y Ferrari siempre vuelve.
La carrera delante fue estratégica, pero también interesante. Leclerc y Verstappen se escaparon desde la salida y tras el primer cambio de neumáticos (hubo tres) se volvieron a encontrar en la pista para protagonizar un duelo apasionante. Hachazo de Max en la recta, devolución de Charles en la contra recta con el DRS. Así dos veces. En la tercera, el neerlandés se pasó de frenada y cambió de plan. Pero el segundo pit stop no surtió efecto y el tercero se vio inactivado por un coche de seguridad a diez vueltas del final de la carrera. Sainz no estuvo en esa lucha, se descolgó a unos diez segundos para defender el tercer puesto de Checo Pérez, que presionaba tímidamente por detrás. El madrileño tuvo problemas durante todo el fin de semana y nunca encontró las sensaciones que sí tenía el monegasco desde que se subió a este caballo ganador.
Red Bull activó una persecución cambiaron ruedas por tercera vez, y Sainz también, mientras Leclerc se quedó fuera para defender una renta de 27 segundos. Pero el motor Honda de Gasly se incendió cuando todo parecía casi decidido, y forzó un safety car que empaquetó la parrilla para relanzarla con cinco vueltas por delante. Sainz atacó entonces a Verstappen, que además se quejaba del volante. El campeón se defendió como pudo en la primera oleada, pero cuando se abrió el DRS a tres vueltas, le tiró el coche en el segundo sector y le rebasó con claridad en la recta de atrás. Habría más: Max perdió del todo la dirección asistida y se fue al garaje.
Hamilton salva un podio
El tercero entonces era de Checo Pérez, que por momentos pareció más rápido incluso que Sainz. Pero la presión de Hamilton y un trompo en la vuelta final (el mexicano apunta también a la unidad de potencia) puso en bandeja el último cajón para la versión más humilde de Lewis Hamilton y dejó sin puntos a un Red Bull que no mereció un castigo tan severo. Russell fue cuarto, así que incluso Mercedes asesta un buen pellizco en la clasificación general. Delante, eran Leclerc y Sainz quienes prendían la mecha en la fiesta de Ferrari. Primera victoria y primer doblete desde Singapur 2019. Rompen su segunda sequía más grande. Líderes de todo de nuevo.
Por detrás, el hombre del día fue Magnussen. Se pegó con Mercedes y Red Bull, rebasó a dos en la salida, se defendió de los que eran gigantes no hace tanto con el coche que era farolillo rojo también entonces y logró un quinto puesto. Quién se lo iba decir al piloto que hace unas semanas tenía previsto correr en Resistencia, o a Haas. Bottas fue sexto con el Alfa Romeo, otro fabricante que ha sabido subirse a la ola buena del increíble nuevo motor de Ferrari. Ocon, Tsunoda, Alonso y Zhou cerraron los puntos. El asturiano peleo, el Alpine no ofreció más.
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